Desde dónde actuamos?

Este es un extracto del encuentro online del 22 de agosto de 2020: «Observando nuestro hacer»

Nuestro hacer se deriva de dos estados: el del miedo y el apego, o el de la confianza y la libertad. Actuar desde el primero implica el deseo de que lo que está ocurriendo cambie y sea como queremos para no perder algo a lo cual estamos apegados. Nuestro actuar se deriva de la oposición a «lo que es» y se transforma en una lucha constante contra lo que estamos viviendo, interpretado como negativo. Este juicio nos suscita miedo, manifestado tal vez como ira, tristeza o desesperanza. Buscamos afanosamente que las cosas cambien para obtener los resultados que deseamos, nuestras fuentes de apego. La presión, el esfuerzo y la motivación, serán siempre requeridos, y la experiencia de vivir haciendo sacrificios estará también presente.

Actuar desde la libertad es hacerlo desde la aceptación de «lo que es», rendirnos a lo que está ocurriendo con confianza absoluta de que la Vida nos sostiene mientras nos conduce a un aprendizaje necesario. Rendirnos no es lo mismo que resignarnos. La resignación se vive desde la ira de tener que aceptar sumisamente y en contra de nuestra voluntad una situación que no deseamos.

La aceptación desenfoca nuestra atención de la forma, detalles e intensidad de lo que ocurre y nos perturba, y la coloca en los movimientos internos que nos suscita. Comprendemos que la función de lo que pasa es mover creencias, pensamientos y emociones para que los miremos y sanemos, y experimentamos ésto como una hermosa oportunidad. Entonces nos dejamos guiar en nuestro hacer. Comprendemos que la acción por sí misma no importa porque no nos apegamos a los resultados y confiamos que seremos abrazados por la vida que nos empuja suave y amorosamente. Actuamos sin presión ni esfuerzo. Nos volvemos receptivos a las ayudas inesperadas: el libro que se abre en esa página, la canción o el video que expresan lo que necesitamos escuchar, las señales que nos indican una vía a seguir, los encuentros con personas que llegan para decirnos algo, darnos la mano u ofrecernos un abrazo. Todo es bien recibido por el alma, que desde un centro tranquilo, sin expectativas por lo que vendrá, escuchará en silencio y se dejará guiar por lo que le resuene con la certeza de que estamos siendo bien guiados. Y abrimos los brazos para ser sostenidos por el Amor.