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La Navidad y las relaciones con otros

  • Licda. Giuseppina Varsi _ Psicólga Especialista en
  • 18 ene 2019
  • 3 Min. de lectura

Todos los que de una u otra forma hemos sido influenciados por los principios de la tradición cristiana, independientemente de la forma cómo los practiquemos, celebramos de alguna manera la Navidad. Aprovechando que acabamos de festejarla voy a referirme a algunos aspectos asociados con esta celebración.

Durante la época navideña las reuniones sociales normalmente son más comunes que en otros momentos y por lo general involucran a la familia. Es común que tales actividades nos produzcan una amplia gama de emociones que van desde las más hasta las menos placenteras. Los sugestivos títulos de las publicaciones que normalmente se hacen sobre el tema aluden a la incomodidad que suelen producir estas reuniones: guías, consejos o trucos para sobrevivir a las actividades familiares en Navidad, temas de los que no se debe conversar y cómo evitar las peleas durante estas actividades, y muchos otros más.

De lo que se nos está hablando es de las emociones displacenteras que sentimos en esos momentos, las cuales muchas veces no sabemos gestionar. El solo hecho de experimentarlas nos puede generar culpa por no guardar fidelidad a la creencia de que en esta época debemos hacer nuestro mejor esfuerzo por mantener la “magia, la paz y la alegría”, como si estos atributos fueran parte intrínseca del momento, y como si apretando un botón pudieran manifestarse al mismo tiempo que las emociones displacenteras desaparecen.

No podemos “eliminar” esas emociones así, y lejos de intentar hacerlo nos resultaría más beneficioso identificarlas y comprenderlas. Para ello es importante estar atentos al instante en que se nos revelan mediante algún tipo de incomodidad, manifestada hacia ciertas personas en niveles, formas y momentos diferentes. Sin importar su expresión, cualquier incomodidad que percibamos nos habla de algún grado de malestar emocional del que no somos conscientes. Este malestar se encuentra asociado a las características de las relaciones que mantenemos con nuestros familiares, las cuales podemos experimentar en cualquier momento que compartamos juntos. Las ocasiones de reunión pueden cambiar pero las relaciones son las mismas. Es ilusorio pensar que deberían ser diferentes durante la época de Navidad.

De aquí que tal vez sea importante replantearnos la expectativa con respecto a las actividades navideñas, dejar de esperar que las relaciones con nuestros familiares sean mejores en esos momentos y durante esta época en general, y cesar la búsqueda de fórmulas y trucos mágicos para conseguirlo. Quizá nuestro objetivo deba ser tomar consciencia de la dinámica que impera en estas relaciones y de las emociones que nos generan así como de las creencias subyacentes que sostienen nuestra forma de percibirlas.

Esa toma de consciencia nos va a permitir interpretar los vínculos con nuestros familiares desde una nueva perspectiva y empezar a relacionarnos de otra forma, compartiendo con ellos desde un estado de paz interior. Es este estado el mejor regalo que les podemos entregar no solo en Navidad sino en todo momento. Compartir ese estado de paz no es otra cosa más que regalarles amor. Porque éste, como lo señala David R. Hawkins, lejos de ser una emoción o un sentimiento, es un estado de Ser que nos permite vivir desde una experiencia de paz interior en la que percibimos lo que nos ocurre sin culpa y sin miedo. Deponemos nuestros juicios contra nosotros y los demás. Serenamente y sin culparnos, asumimos nuestra responsabilidad por lo que pensamos, percibimos y experimentamos, y dejamos de vivir en el sacrificio y en el victimismo. Nos movemos a un estado de gratitud ante el reconocimiento de nuestro verdadero Ser y sentimos nuestra inocencia, grandeza, plenitud y compleción. Nos sentimos totalmente abrazados y sostenidos por la Vida. Concebido así el amor comprendemos que regalarlo significa conectarnos con otros desde ese estado de paz que irradia desde nuestro centro, y posibilitar que de alguna forma ellos lo experimenten también. Y esto puede acontecer en Navidad y en cualquier otro momento en que nos vinculemos con los demás.

 
 
 

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