Por qué elegí seguir un camino que me conduce a ver las cosas de otra manera?

Esta pregunta me la han hecho algunas personas; lo que puedo responder es que creo que esta decisión la vamos a tomar todos en algún momento, y que cada quien eligirá el camino con el que mejor se sienta. Tarde o temprano, inducidos por diferentes factores y circunstancias, tomamos consciencia que el mundo tal y como lo percibimos funciona al revés, y sentimos que verdaderamente tiene que haber otra forma de verlo. Comprendemos que hemos llamado valor a lo que es miedo disfrazado, paz a lo que es violencia encubierta, sana competencia al deseo de eliminar al otro. Nos damos cuenta que herimos, sacrificamos y hasta matamos, mediante las muchas formas de matar que hay, en nombre del amor. Nuestra toma de consciencia nos permite ver con claridad y con una honestidad que duele, los momentos y las formas cómo esto ocurre en el mundo y en nuestra propia vida y cómo lo justificamos. Vamos identificando todos los ídolos que hemos creado, a quienes hemos entregado nuestro poder y otorgado la función de hacernos felices: las relaciones con otros, la belleza física, los medicamentos, los estilos de alimentación, la salud, el trabajo, la carrera, los títulos, los bienes que tenemos, etc. etc. Tomamos consciencia de nuestra lealtad y devoción hacia ellos y de los fuertes apegos al percibirlos como nuestra tabla de salvación. Comprendemos que son los vástagos de nuestra creencia en la separación y la carencia y entendemos que nos redimen de los sentimientos de desamparo, desprotección y vulnerabilidad que sentimos en este mundo, de nuestro temor a no ser, o no llegar a ser, lo suficientemente amados, guapos, saludables, abundantes materialmente, etc. Venerados protectores que nos brindan la ilusoria seguridad que seremos lo que tanto deseamos y no nos dejarán caer en la temible olla infernal de lo que no queremos ser!! Y por si esto fuera poco, también nos ayudan a deshacernos de nuestra responsabilidad por lo que creemos, pensamos, sentimos, percibimos y experimentamos. Si las cosas salen mal ya sabemos a quién culpar: a la dieta, la familia, la pareja, el régimen de ejercicios, el trabajo, etc. etc. El culpable siempre estará fuera de nosotros. Qué alivio!!!

Cuando esta forma de pensar nos aparece como un sinsentido deseamos invertirla. Comprendemos que, como en un sueño, estamos percibiendo el mundo al revés, y se apodera de nosotros la inexplicable certeza de que tiene que haber otra manera de verlo, otra forma de vivir disfrutando lo que tenemos sin creencias limitantes que se traducen en renuncias y sacrificios que no tienen razón de ser, o en fuertes apegos. Una forma de vivir desde otro nivel de consciencia. Es entonces cuando tomamos la decisión de despertar. Yo elegí hacerlo y compartir con ustedes mi experiencia. Por eso publico y por eso agradezco que me lean. Cada vez que lo hacen y realizan una toma de consciencia, sin importar el momento ni el lugar, todos lo hacemos. El camino hacia el despertar y el cambio nunca se recorre en solitario.