El proceso de cambio personal
- Licda. Giuseppina Varsi _ Psicólga Especialista en
- 6 abr 2018
- 4 Min. de lectura
“De veras, hijo, ya todas las estrellas han partido. Pero nunca se pone más oscuro que cuando va a amanecer.” Isaac Felipe Azofeifa, poeta, docente y político costarricense
Cambio, cambio, cambio! Estamos constantemente expuestos a mucha información sobre este tema. Leemos y nos hablan sobre él, motivándonos a alcanzarlo, reto que muchos nos atrevemos a asumir. Sin embargo, pese a lo decididos y deseosos que estemos de cambiar, en el camino experimentamos retrocesos y estancamientos que nos desmotivan y muchas veces nos llevan a renunciar a nuestro objetivo. Comprender lo que significa atravesar por un proceso de cambio personal nos ayudará a entender por qué nos sucede e
sto, y cómo seguir adelante.
Las palabras que cito al inicio de este artículo evocan las vivencias experimentadas cuando elegimos cambiar y situarnos en el borde del puente para atrevernos a cruzar el río. Al comenzar nuestro recorrido iniciamos un período particular en el cual repasamos las situaciones vividas en nuestra historia. Empezamos a tomar consciencia de las creencias aprendidas, esas que nos han llevado a percibir e interpretar la realidad de una determinada forma y nos han generado emociones específicas. Si continuamos nuestra senda debemos dar un paso más: decidirnos a soltar todo eso, a dejarlo ir, integrando sabiamente las lecciones y el aprendizaje que nos dejaron las situaciones vividas. Este paso nos permitirá completar nuestra historia, trascenderla, en la medida en que la información contenida en ella se reorganice, se reinterprete.
En este momento nuestra historia pasada se rompe y entramos en ese “espacio entre lo viejo y lo nuevo”, entre nuestra vieja y nuestra nueva historia. Lo experimentamos como un “espacio vacío”, una especie de “limbo” donde lo viejo ya no calza pero lo nuevo no aparece. Lo que sentíamos real y permanente deja de parecerlo. Nuestros planes y lo que solíamos hacer empieza a carecer de sentido; pero no podemos imaginar otra cosa. Y nos aparece el miedo a lo desconocido porque no sabemos lo que nos espera. Todo parece incierto, nos sentimos vulnerables. En este momento empezamos a “recalibrarnos” a nivel físico, desde nuestra estructura celular, y a nivel emocional. Puede ser que sintamos que las cosas empiezan a “salir mal”, lo cual muchas veces es simplemente que suceden de una forma diferente a la que estábamos acostumbrados. Puede ser también que nos aparezcan dolencias físicas que consideremos “extrañas”, o que experimentemos emociones y sentimientos diferentes.
Mientras nos vamos “recalibrando” el cuerpo y la mente, condicionados a lo viejo, luchan para que volvamos a ello, y sentimos verdaderas ansias por regresar. Nuestros antiguos hábitos, creencias, interpretaciones y juicios toman fuerza para obligarnos a retornar. Aquí se nos complica la cosa porque el camino se bifurca. Ahora tenemos que elegir nuevamente. No bastó nuestra decisión inicial de cambiar. Debemos hacerlo otra vez y elegir entre regresar o continuar. Y es en este punto donde muchas veces volvemos al inicio; pero otras elegimos seguir adelante.
En este último caso, nos puede ayudar mucho tomarnos un tiempo para silenciar nuestra mente y nuestro cuerpo que seguirán presionándonos para que regresemos a lo viejo y conocido. Contactar con nosotros mismos y con el proceso que hemos iniciado nos será muy útil para comprender que ya hemos comenzamos nuestro cambio personal y que el período en el que estamos es parte de él y pasará; que el mismo es un espacio entre nuestra vieja y nuestra nueva historia, y que nos recalibramos física y emocionalmente, preparándonos para lo nuevo.
En este punto es muy importante evitar juicios contra nosotros mismos. Debemos esforzarnos por ser comprensivos, compasivos y agradecidos con el trabajo que hemos hecho hasta aquí: decidimos cambiar y definimos nuestra intención, aquello que deseábamos, el punto hacia dónde nos queríamos mover. Es el momento de relajarnos, de soltar el control, de no obsesionarnos con un resultado específico ni forzar su llegada. Debemos comprender que nuestra intención de cambio la hemos ya definido con claridad y que nuestro trabajo consiste en desaprender las antiguas creencias, interpretaciones y juicios limitantes que bloquean que esta intención se concrete en nuestra realidad. Debemos confiar plenamente en que si continuamos enfocándonos en ésto, del Universo de las infinitas posibilidades se materializarán aquellas que sean las mejores para nosotros en el momento y de la forma adecuados para nuestro mayor bien. Solo debemos dejarnos llevar perdiendo el miedo a lo desconocido, sin dudar que lo mejor está por venir, porque, como lo dice el texto citado, nunca se pone más oscuro que cuando se acerca el alba. Su luz nos dejará ver esas nuevas posibilidades que se empiezan a materializar frente a nosotros, las cuales en la vieja historia no veíamos. Y con la visión de una vida diferente, empezaremos a sustituir el miedo por un sentimiento de fuerza interior y de libertad, desde donde comenzaremos a tomar decisiones. En ese momento daremos un paso más en nuestro recorrido eligiendo la libertad por encima de las creencias, juicios y emociones que nos limitaban. Y terminaremos de soltar la vieja historia para dar espacio a la nueva y dar la bienvenida a nuestro nuevo “estado de ser”.

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