Enfermedad, curación y energía
- Licda. Giuseppina Varsi _ Psicólga Especialista en
- 28 nov 2017
- 4 Min. de lectura
Algunos de nosotros estamos familiarizados con la idea de que la energía da origen a la materia y le otorga sus características. Este es un concepto propio de la Física Cuántica, que nos dice que nuestro cuerpo está compuesto de energía en un 99.99999 % y solo en un 0.00001 % de materia. Tradicionalmente la Biología nos ha explicado que estamos formados por átomos que se unen para formar moléculas, las cuales se entrelazan para crear químicos, que se integran en sistemas complejos y forman células; éstas se articulan dando origen a los tejidos, los cuales unidos entre sí forman órganos, que se integran en sistemas. La Física Cuántica nos enriquece este conocimiento al establecer que los átomos no son partículas sólidas. Si bien dentro de ellos se encuentran este tipo de partículas, el núcleo y los electrones, existe también un espacio entre estos últimos que no está vacío sino pleno de energía. Establece también que la dimensión de este campo es proporcionalmente mucho más grande que las de las partículas sólidas: Si el núcleo fuera del tamaño de un vehículo tipo 4X4, la distancia entre él y los electrones sería de 85.000 millas cuadradas, y estos últimos vistos desde él tendrían el tamaño de un guisante. La gran cantidad de energía que existe en ese espacio vibra ondulatoriamente a una frecuencia específica que determina la existencia y características de las partículas de materia.
Cuando dos o más átomos se unen para formar una molécula, sus vastos campos de energía se conectan y forman un solo gran espacio alrededor de ella, el cual comparte la información de todos y otorga las características particulares a la molécula. El mismo principio rige al unirse ésta con otras para formar químicos, y al integrarse varios de éstos en células, ellas en tejidos, éstos en órganos, y éstos en sistemas. Y así el 99.99999 % de nuestro cuerpo está formado por energía que se manifiesta alrededor de las células, órganos, sistemas y de todo nuestro cuerpo, y que vibra a una frecuencia que determina las características del 0.00001 % de materia que somos.
Toda esta energía está conectada con la de nuestra Fuente, la de esa Inteligencia Universal amorosa y creativa que nos da la vida y que de manera totalmente precisa, coherente y rítmica, se mueve dentro de nosotros para organizar a la perfección las funciones de nuestra biología: nos permite es la existencia de 50 a 70 trillones de células que realizan de 100.000 a 6 trillones de funciones por segundo, comunicándose entre ellas con precisión absoluta a una velocidad más rápida que la de la luz; mantiene nuestro corazón latiendo más de 100.000 veces al día y movilizando más de 2 galones de sangre por minuto (más de 100 en una hora) que recorren más de 60.000 millas de vasos sanguíneos; hace que nuestros pulmones inhalen 2 millones de litros de aire por día, el cual en segundos es transportado a todas las células; permite que éstas se renueven en un proceso en el cual se descartan más de 25 millones cada segundo y se forma la misma cantidad (Del total de las que mueren muchas son mutaciones, células cancerígenas que no nos hacen enfermar porque solo viven temporalmente mientras se eliminan y renuevan).
Este funcionamiento armónico y coherente va a depender sin embargo de que nuestra energía vibre también de esa forma. Cuando lo hace en frecuencias más bajas, incoherentes, desequilibradas, ese funcionamiento se altera y nuestra biología lo manifiesta. Cambiamos el estado, las características de la materia, favoreciendo la manifestación de la enfermedad. En este punto es muy importante señalar que nuestra frecuencia vibratoria puede alterarse por señales químicas o energéticas, y que éstas últimas son las más poderosas. Dentro de ellas encontramos los pensamientos y sentimientos que están asociados a la forma como percibimos las situaciones que nos ocurren en la vida, la cual tiene que ver con nuestras creencias, que son información, y por tanto también energía.
Las personas tenemos de 60.000 a 70.000 pensamientos al día a los que se asocian emociones y sentimientos específicos. El 90 % de ellos son los mismos que tuvimos el día anterior, y de manera circular nos harán tomar las mismas decisiones, realizar los mismos comportamientos, y vivir las mismas experiencias que nos producirán las emociones, sentimientos y pensamientos que tuvimos el día anterior. Imaginemos la interferencia que esta repetición puede tener a nivel de la frecuencia vibratoria de nuestra energía cuando los pensamientos son negativos. En estos casos estamos condicionando a que nuestra biología manifieste enfermedad.
Por lo anterior decimos que los pensamientos y sentimientos nos sanan o nos enferman; que los circuitos neuronales, química, hormonas, fisiología y finalmente nuestra expresión genética son el resultado de la forma como pensamos, sentimos y actuamos día tras día; que frente a una enfermedad no hay un cuerpo sino una mente que curar. Un camino para hacerlo es tomando consciencia de las emociones, pensamientos y sentimientos experimentamos y la forma cómo están modificando nuestro campo de información. Debemos también identificar las situaciones que los generan, así como las creencias que nos han hecho percibir estas situaciones de forma tal que los hayan producido. Finalmente es fundamental desaprender estas creencias para reaprender otras que, ante las mismas situaciones, nos permitan tener pensamientos y sentimientos que nos generen frecuencias vibratorias más elevadas. Podemos realizar otras cosas, como estar atentos a los programas de televisión que vemos, la música que escuchamos y lo que decimos, prestando atención a las frecuencias que nos evocan. Sin embargo la toma de consciencia es fundamental porque apunta a un compromiso con nosotros mismos para mirar en nuestro interior y buscar allí, donde se originan las señales que alteran nuestra energía, y que son las responsables de que el cuerpo manifieste la enfermedad. Realizar esta auto indagación significa comprender que el problema y la respuesta están siempre en el mismo lugar.
Y tú, donde quieres buscar la respuesta a la enfermedad de tu cuerpo?
A qué frecuencia quieres que tu energía siga vibrando?

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